jueves, 30 de septiembre de 2010

La tristeza de haber sido feliz

Anicio Manlio Torcuato Severino Boecio fue un distinguido filósofo romano de la Antigüedad tardía. Miembro de un afamado linaje aristocrático, contaba a numerosos cónsules e, incluso, a algunos emperadores, entre sus antepasados. A pesar de que nació (en el 481 d.C.) después de la caída del Imperio Romano de Occidente, Boecio llevó una vida típica para un miembro de la elite senatorial, llegando a ocupar él mismo el consulado (en el 510 d.C.), preservado todavía como reliquia del pasado en el reino de los ostrogodos.

Boecio llegó a ocupar los puestos más altos en el entorno del rey ostrogodo Teodórico el Grande, pero por las intrigas de sus rivales políticos perdió la confianza del soberano y fue arrestado. Tras un año en prisión, fue brutalmente ejecutado. Mientras aguardaba su trágico destino, Boecio compuso en prisión una de las obras maestras del pensamiento occidental: La consolación de la filosofía.

La obra toma la forma de un extenso diálogo entre el propio Boecio y la Filosofía, representada como un personaje femenino que se le aparece para explicarle el problema del destino, es decir, por qué los malvados logran recompensa y los justos sufren castigo. Filosofía intenta suavizar el padecimiento de Boecio demostrándole que la verdadera felicidad consiste en el desprecio de los bienes mundanos  y en la posesión de otro imperecedero, que coincide con la Providencia universal que gobierna todas las cosas.

Es un libro impactante, cuya lectura no puede dejar de conmover. No se trata de un frío ejercicio teórico, Boecio busca en la filosofía respuestas ante una realidad amenazante que se aproxima inexorable. La propia experiencia de haber dejado las cimas del poder para ser humillado de la peor manera imaginable es la prueba irrefutable de la volubilidad de los asuntos humanos y de los caprichos de la fortuna. Como lo dice el mismo Boecio en una cita que se ha vuelto célebre:

Nam in omni adversitate fortunae infelicissimum genus est infortunii, fuisse felicem

Porque en todos los reveses de la fortuna el pesar que más agobia es el haber sido feliz

jueves, 23 de septiembre de 2010

En el XXI Simposio Nacional de Estudios Clásicos

Los frecuentes viajes son una de las características que encuentro más atractivas de la vida académica. Esta vez el viaje ha sido corto. Me encuentro por estos días en la ciudad de Santa Fe, para asistir al Simposio Nacional de Estudios Clásicos organizado por la AADEC. Se trata de uno de los eventos más significativos que reúne a gran parte de los especialistas que desde diversas disciplinas se abocan a la investigación del mundo antiguo en Argentina. El congreso se ha destacado por una organización impecable, por el gran nivel académico de las contribuciones y por la importante cantidad de expositores y conferencistas extranjeros que han llegado desde Chile, Brasil, Colombia, Venezuela, México, EE.UU., Canada, Holanda, España e Italia por mencionar sólo algunos de los países más representados. Más allá del interés científico, los congresos constituyen siempre una oportunidad para el rencuentro con colegas y amigos a los que las distancias no nos permiten ver seguido. Los Simposios de Estudios Clásicos ofrecen, por su nutrida asistencia, amplia oportunidad para esos reencuentros. La experiencia más placentera del Simposio ha sido, sin embargo, el hecho de que algunos estudiantes locales se acercaran al reconocerme por mi foto en esta página y se revelaran como lectores asiduos de este blog. Poder dialogar con ellos es un gusto que compensa todos los esfuerzos que conlleva este humilde proyecto.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Como lo porvenir nos preocupa más que lo presente




 No estamos nunca concentrados en nosotros mismos, siempre permanecemos más allá: el temor, el deseo, la esperanza nos empujan hacia lo venidero y nos alejan de la consideración de los hechos actuales, para llevarnos a reflexionar sobre lo que acontecerá, a veces hasta después de nuestra vida.
Calamitosus est animus futuri anxius.
El siguiente precepto es muy citado por Platón: «Cumple con tu deber y conócete.» Cada uno de los dos miembros de esta máxima envuelve en general todo nuestro deber, y el uno equivale al otro. El que hubiera de realizar su deber, vería que su primer cuidado es conocer lo que realmente se es y lo que mejor se acomoda a cada uno; él que se conoce no se interesa por aquello en que nada le va ni le viene; profesa la estimación de si mismo antes que la de ninguna otra cosa, y rechaza los quehaceres superfluos y los pensamientos y propósitos inútiles. Así como la locura con nada se satisface, así el hombre prudente se acomoda a lo actual y nunca se disgusta consigo mismo.


Michel de Montaigne

sábado, 11 de septiembre de 2010

Attempto (me atrevo) - el lema de la Universidad de Tübingen


Una palma y la palabra latina attempto (me atrevo) eran la divisa personal del conde Eberhard de Württemberg (Eberhard im Bart, 1445 - 1496). Eberhard eligió la palma no, como se cree normalmente, para hacer referencia a su peregrinación a Tierra Santa en 1468, sino porque se trataba de un motivo con una la larga tradición como símbolo de la vida, la constancia, la victoria y la justicia. Con ella señalaba el conde la legitimidad y justicia de su gobierno. Eberhard estampó su divisa en todas sus construcciones y, entre ellas, en los primeros edificios de la universidad de Tübingen, que fundara en 1477.

Eberhard no dominaba el latín, pero una larga residencia en Italia lo había impregnado de los intereses del humanismo, transformándolo en un ávido lector de traducciones de textos clásicos. Esas inquietudes intelectuales explican también su decisión de fundar una casa de estudio en sus dominios. El conde invirtió fuertes sumas para colocar a la nueva universidad a la altura de los estándares de la época y tuvo éxito en transformarla en un centro académico de relevancia regional que gozaría de una larga y fructífera historia.


La palma y la palabra attempto fueron adoptadas como logo oficial de la universidad de Tübingen recién en el año 1977, en ocasión de celebrarse el quinto centenario de su fundación, aunque ya se habían utilizado extraoficialmente mucho antes. A pesar de su adopción reciente, puede decirse que la divisa del conde Eberhard ha caracterizado toda la historia de esta universidad que, basada en la pequeña pero hermosa ciudad de Tübingen, ha logrado posicionarse entre las casas de estudio más prestigiosas de Alemania.

Tübingen es una ciudad esencialmente universitaria. Como dicen sus habitantes, Tübingen no tiene una universidad, es una universidad. Una verdadera república académica. Por todo ello estoy sumamente contento de regresar allí próximamente para una estadía de investigación gracias al programa de reinvitación del DAAD.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Concedo nulli – relanzando Latin quotes

Después de mucho tiempo de inactividad, me decidí definitivamente a relanzar la versión inglesa de citas latinas, latin quotes. Con ello sólo quiero decir que he modificado un poco el diseño de la página –en realidad, sólo para hacerlo más simple todavía-  y escrito una nueva entrada. El alter ego inglés de este blog no dejará nunca, probablemente, de ser nada más que un experimento -y con poquísimos lectores, por cierto. A pesar de todo ello, me atrae la idea de presentar versiones en inglés de algunas de las mejores entradas de citas latinas. Es interesante ver como lo que uno plantea en principio como una traducción, termina transformándose en algo ligeramente diferente.

Hoy fue una buena excusa para volver sobre una de mis frases latinas favoritas, concedo nulli, no cedo ante nadie, el lema personal del gran humanista Erasmo. El pintor Hans Holbein realizó para Erasmo el grabado que encabeza esta entrada como diseño para un vitral. En el vemos al dios romano Término representado como un mojón cuya parte superior se transforma en busto. Según la leyenda, cuando el rey romano Tarquino inició la construcción del templo de Júpiter Máximo en el Capitolio, la roca que representaba al dios Término no pudo ser desplazada para hacer lugar al nuevo edificio a pesar de que se realizaron ingentes esfuerzos. Los romanos lo interpretaron como una profecía de que Roma nunca vería retroceder sus límites. Por muchos siglos fue cierto.