jueves, 31 de diciembre de 2009

La colección de chistes (Facetiae) de Poggio Bracciolini

En la última entrada de este blog tratábamos del gran humanista Poggio Bracciolini, concentrándonos en su faceta de cazador de manuscritos antiguos. Poggio fue uno de los pensadores y escritores más versátiles de este período y creo que hay muchos otros aspectos interesantes para destacar de su vida y obra, como sus escritos históricos, sus contribuciones al estudio arqueológico de las ruinas romanas, sus tratados polémicos, etc. Pero hay una faceta particularmente interesante por su originalidad y por revelar una cara poco conocida de los círculos humanistas del renacimiento, se trata de sus escritos humorísticos. Una de las obras más famosas y exitosas de Poggio fue su colección de chistes, Facetiae, uno de los libros más reeditados en Europa entre los siglos XV y XVIII. Se trata de una recopilación de pequeñas historias de gran comicidad y, en su mayoría, de contenido erótico-picaresco. Algunas no han resistido el paso del tiempo y parecen hoy demasiado simples o inocentes, otras conservan intacta su capacidad de hacer reír. Os dejo aquí una pequeña muestra, una de mis favoritas, muy imitada posteriormente.

La admirable respuesta de un niño al cardenal Angelotto

El cardenal Angelotto era un hombre mordaz, siempre dispuesto a discutir, muy locuaz pero poco prudente. Cuando estaba en Florencia el Papa Eugenio, el cardenal fue visitado por un niño de diez años, notable por su extrema inteligencia. El pequeño utilizaba un vocabulario escogido y tenía un discurso excelente. Admirado Angelotto por la seriedad y por el estilo de sus palabras, y viendo que el niño respondía inteligentemente a todas sus preguntas, se volvió a sus acompañantes y dijo: “A los que tienen este ingenio y capacidad desde la niñez al crecer les disminuye el intelecto y terminan por volverse idiotas como adultos”. El niño le respondió sin demora: “Vos debéis entonces haber sido el más sabio e inteligente de todos en vuestros primeros años”. El cardenal enmudeció ante la ingeniosa respuesta, viéndose reprochado por estúpido por quien había considerado sólo un niño.

En la Bibliotheca Augustana podéis encontrar una versión completa en latín de las Facetiae de Poggio.

martes, 15 de diciembre de 2009

Los primeros humanistas - Los cazadores de manuscritos


Poggio Bracciolini

Después de un cierto tiempo de descuido, regreso a uno de los temas frecuentes en este blog, el Renacimiento.

Ya he tratado antes sobre los origines del humanismo a fines del siglo XIV. En la primera mitad del siglo XV, el movimiento inspirado por los discípulos de Petrarca fue ganando fuerza y atrayendo figuras de importancia. Florencia se distinguió como el primer gran centro de la cultura humanista, donde bajo el liderazgo de figuras como Coluccio Salutati y Niccolo Nicoli importantes grupos del patriciado y algunos sectores medios de la población urbana fueron cautivados por el estudio e imitación de la Antigüedad clásica. Mientras en el resto de Europa occidental la tradicional literatura caballeresca representaba el ideal de excelencia humana considerado digno de imitación por la nobleza y las nuevas élites urbanas, y mientras en las universidades el escolasticismo se tornaba cada vez más dogmático en los principios de sus distintas escuelas, en Florencia surgía una enteramente nueva forma de educación basada en el ideal aristocrático ciceroniano y en el estudio de los autores latinos y griegos. Este nuevo entusiasmo se enfrentaba a un grave problema. Eran muy pocos los textos de autores clásicos que se conservaban y se encontraban disponibles para ser copiados y puestos en circulación. Se inició entonces una verdadera “caza” de manuscritos, una búsqueda frenética por salvar la herencia intelectual de Grecia y Roma de la destrucción y el olvido.

Poggio Bracciolini y el redescubrimiento de la literatura Antigua


Monasterio de Reichenau

De entre los humanistas de la primera parte del siglo XV, una figura se destaca por su importancia: Gian Francesco Poggio Braccioloni (1380–1459). Hijo de un notario florentino empobrecido, la falta de recursos no representó un obstáculo para tener acceso a la mejor educación pública disponible en Florencia. El extraordinario talento del joven Poggio le garantizó el patronazgo de importantes humanistas, lo que le facilitó el ingreso a un cargo de secretario en la curia papal.

Sin duda, una de las mayores contribuciones de Poggio al estudio de la Antigüedad fue su labor como “cazador de manuscritos”. Su asistencia en 1414 al concilio de Constanza, organizado para la reunificación del papado (existían entonces tres papas rivales) le permitió explorar las bibliotecas de muchos monasterios de Alemania y Suiza (especialmente los de Reichenau, Weingarten y St. Gall). El catálogo de sus descubrimientos es notable: La Institutio Oratoria de Quintiliano, Las Argonautica de Valerio Flaco, numerosos discursos de Cicerón, los comentarios a algunos diálogos de Ciceron de Asconio. También encontró manuscritos de Lucrecio, Columella, Silio Itálico, Manilio, Stacio y Vitruvio. Además, descubrió en Langres el manuscrito del discurso de Cicerón en favor de Cecina, y manuscritos de Amiano Marcellino, Frontino, Nonio Marcello, Probo, y otros de menor importancia.

Manuscrito de Cicerón copiado por Poggio

La búsqueda de los textos desconocidos era una pasión compartida por todos los aficionados a los nuevos estudios. Si bien Bracciolini es el más destacado de los cazadores de manuscritos, también otros humanistas realizaron en la primera mitad del siglo XV importantes descubrimientos. A ellos les debemos la conservación de los textos griegos y latinos que hoy constituyen nuestra principal fuente de conocimiento de la Antigüedad. Los humanistas eran apoyados en este empeño por príncipes, papas y grandes familias de comerciantes que invertían enormes sumas en el rastreo de los textos y en la producción de exquisitas copias. Cosme de Medici invirtió grandes sumas en acumular excelentes manuscritos tanto para su colección privada como para una serie de bibliotecas públicas fundadas por él en Florencia. Muchos de esos manuscritos se conservan hoy en la Biblioteca Laurenciana y constituyen la base para el estudio filológico de buena parte de los textos que hoy se conservan.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Clases sobre el imperio romano y la crisis del siglo III

Esta entrada está pensada para mis alumnos universitarios pero quizás los lectores del blog también puedan encontrar algo de interés en los archivos que aquí presento. Se trata de dos presentaciones (originalmente de Power Point convertidas ahora al formato PDF) sobre el Alto Imperio Romano y la Crisis del siglo III. Las mismas pueden descargarse de Ifile.

El Alto Imperio Romano

La Crisis del Siglo III

lunes, 7 de diciembre de 2009

La expansión romana 6° parte - Causas del imperialismo Romano


Si no has leído las partes anteriores, ve a ¿Cómo conquistó Roma su imperio?, a La expansión romana 2° parte , 3° parte, 4° parte, 5° parte y 6° parte.

Uno de los aspectos más debatidos en relación con la expansión romana es el que tiene que ver con las causas del imperialismo romano, es decir, la pregunta por los factores que impulsaron a Roma a mantener por siglos esta política de expansión militar. Sin profundizar sobre este tema tan complejo, creo que pueden aducirse dos factores clave como explicación, por lo menos parcial, de este fenómeno.

Exportación de los conflictos sociales internos

En primer lugar, es claro que la expansión significaba para Roma una excelente vía para eliminar o moderar los conflictos sociales internos propios de una sociedad aristocrática estamental caracterizada por una muy desigual distribución de la propiedad del suelo, el principal recurso productivo de la economía romana. La colonización era, en este sentido, una válvula de escape para las presiones sociales. Individuos de los estratos inferiores de la sociedad romana obtenían mediante la colonización tierras y la posibilidad de comenzar una vida mejor en una nueva ciudad. De esta forma se los asociaba a los beneficios del imperio y se los transformaba en factores de estabilidad en los territorios anexados.

Beneficios económicos para todos los sectores sociales (distribución desigual)

Todos los sectores sociales se beneficiaban con la expansión romana. La aristocracia acrecentaba su poder político y legitimaba su posición directiva en virtud a sus éxitos militares. Ella obtenía, además, la parte principal del botín. Sobre los sectores campesinos medios recaía la mayor parte del esfuerzo militar, pero en compensación recibían una retribución económica y una parte del botín. Los estratos inferiores eran asociados al éxito militar mediante la distribución de tierras y a cambio se les exigía su contribución activa en las tropas.

viernes, 4 de diciembre de 2009

La expansión romana 6° parte - Las instituciones militares


El camino de Roma hacia el dominio de Italia es uno de continuada expansión y creciente poderío. ¿Cómo es posible explicar que una ciudad del Lacio se hiciera con un control indiscutible sobre toda la península en un breve espacio de tiempo y enfrentando a aguerridos enemigos? La respuesta a esta pregunta es objeto de intenso debate entre los historiadores y no puede ser respondida en forma sencilla. En mi opinión, sólo es posible identificar algunos elementos que pueden contribuir a explicar el éxito romano.

La legión manipular

La legión romana de este período, muy diferente de aquella de la república tardía, es designada con el nombre de legión manipular. Su estructura es conocida principalmente a partir de la descripción realizada por Polibio (6.22-25). Los 4200 infantes que la componían se dividían en 4 grandes categorías, 1200 vélites o infantería ligera para escaramuzas, 1200 hastati y 1200 principes equipados de manera semejante como infantería pesada y 600 triarii formados por los soldados de mayor edad y experiencia equipados con largas lanzas. Estos tres últimos grupos se encontraban divididos cada uno en 10 manípulos que constituían la unidad táctica principal de la legión. En orden de batalla estos grupos de infantería pesada formaban en tres líneas. En cada línea los manípulos se ubicaban separados por espacios del mismo tamaño que cada unidad. Éstos eran cubiertos por los manípulos de la segunda línea, cuyos espacios eran a su vez cubiertos por los de la tercera tomando el conjunto el aspecto de lo que serían las líneas de un tablero de ajedrez. Los espacios permitían en combate el relevo de una línea por la que se encontraba detrás, garantizando de esta forma la retirada de una línea desgastada y su reemplazo por otra fresca, lista para dar un renovado impulso tanto al ataque como a la defensa. No es posible entrar aquí en detalles sobre el funcionamiento táctico de este sistema, que es, desde el Renacimiento, debatido intensamente por los historiadores.

Es indiscutible que la legión manipular se reveló en la práctica como una unidad flexible y con gran efectividad en los más diversos campos de batalla. Las ventajas tácticas que la misma representaba son sin duda parte de la explicación del éxito romano.

Movilización de los recursos de los pueblos sometidos para posibilitar nuevas expansiones

Sin duda, otra clave del éxito militar romano fue la política de concesión de ciudadanía y de establecimiento de colonias en los territorios conquistados. Esta política le permitía a Roma utilizar los recursos demográficos de los pueblos vencidos para sus ejércitos. La ciudadanía limitada fue, en este sentido, una invención clave. Pues obligaba a quienes la recibían a contribuir al esfuerzo militar romano sin por ello hacerlos partícipes de las instituciones políticas del Estado. El establecimiento de colonias militares y la construcción de vías de comunicación le permitió a Roma afianzar rápidamente el control sobre las tierras conquistadas, multiplicar los ciudadanos disponibles para sus ejércitos, e incrementar sus recursos económicos.

Organización militar de la sociedad romana

La guerra tomaba en este período la forma un ritual anual, cuyo comienzo estaba fijado por el dilectus, el complejo sistema de reclutamiento de los ciudadanos con propiedad suficiente como para formar parte del ejército, los assidui, convocado por los cónsules. Al mismo tiempo se convocaba a los contingentes de tropas que debían ser contribuidos por los aliados. Tras un período de entrenamiento en los complejos movimientos de tropas propios de la legión manipular (breve sólo porque gran parte de los reclutas eran veteranos de conflictos previos), se iniciaba el período de campaña, que se extendía generalmente por los meses de primavera y verano cuyo clima permitía las operaciones. Al finalizar la temporada de campaña los campesinos-soldados eran, en épocas tempranas, normalmente licenciados para poder atender sus propiedades pero, a medida que la expansión territorial llevó a conflictos con pueblos más lejanos, este licenciamiento se hizo poco frecuente. El final del ciclo anual estaba señalado por la realización de nuevas elecciones en Roma, de las que surgirían los nuevos magistrados a hacerse cargo del comando en el nuevo año para iniciar otro ciclo. La organización temporal de la vida en Roma giraba, entonces, en torno a las necesidades de la guerra.