lunes, 19 de octubre de 2009

La expansión romana 3° parte


Los romanos pagan rescate para que los galos se retiren de Roma

Si no has leído las partes anteriores, ve a ¿Cómo conquistó Roma su imperio? Y a La expansión romana 2° parte

El siglo V fue, como vimos en las anteriores entradas de esta serie, un período de expansión acelerada de Roma por el Lacio e, incluso, como en el caso de la guerra contra Veyes, más allá del mismo. Es, entonces, una sorpresa que, pocos años después de la victoria final sobre esta ciudad etrusca (396 a.C.), el ejército romano fuera completamente derrotado por un contingente de mercenarios galos que después tomarían y saquearían la misma Roma (según la datación convencional, en el 390 a.C.). Los ocupadores sólo se retiraron tras el pago de un cuantioso rescate en oro.

La toma de la ciudad marcó profundamente a la mentalidad romana, aun durante las generaciones posteriores al evento. Sin embargo, como señala T. Cornell, el saqueo no tuvo consecuencias duraderas. Los galos se retiraron con su botín y el poderío de Roma en la región no se vio realmente afectado. Ello es demostrado elocuentemente por los éxitos militares romanos de las décadas siguientes. Hacia mediados del siglo IV el proceso de expansión comienza a acelerarse notablemente y permite a Roma el control efectivo sobre toda la Italia central. El evento clave en este desarrollo son las guerras samnitas.


Guerreros Samnitas


La Primera Guerra Samnita (343-341 a.C.)

Los samnitas eran una federación de tribus que habitaban una amplia zona al sur de los Apeninos centrales (Samnium). La región estaba formada por una meseta montañosa cortada por fértiles valles densamente poblados. La economía de los samnitas no se basaba sólo en la ganadería (como se afirmaba tradicionalmente), las investigaciones arqueológicas recientes prueban que se practicaba la agricultura, incluyendo el cultivo de la vid y el olivo. La región era, sin embargo, en época prerromana, relativamente pobre y atrasada. Como complemento a sus ingresos, los samnitas se dedicaban a la guerra y el saqueo.

Los samnitas estaban formados al menos por cuatro tribus, que conformaban una federación y, en caso de conflicto, designaban un comandante común y actuaban en conjunto. Los samnitas intentaban hacía tiempo expandirse hacia la mucho más fértil llanura costera de Campania. Esta confederación había sido tradicionalmente aliada de los romanos en la república temprana, pero la expansión de estos últimos y, más específicamente, su intervención directa en la región de Campania motivaron la reacción de los samnitas. El detonante concreto del primer conflicto entre romanos y sammnitas fue el apoyo que los primeros otorgaron a la ciudad de Capua, que se encontraba en guerra contra los últimos. Esta primera guerra samnita fue un conflicto relativamente breve, e impopular en ambos bandos, que se cerró tras sólo un par de años con una paz de compromiso de la que no emergió un claro vencedor.


El sacrificio del cónsul P. Decio Mus


La guerra Latina (341-338 a.C.)

El final del conflicto con los samnitas fue sucedido en un muy breve espacio de tiempo por una rebelión generalizada de los pueblos latinos contra Roma, en un intento por destruir su hegemonía. Los latinos resentían el creciente poderío romano, que hacía que su condición nominal de aliados se transformara, en la práctica, en una posición subordinada. El foedus Cassianum era, como vimos, una alianza defensiva en la que las partes se comprometían a la asistencia mutua pero, en la práctica, había sido la herramienta que le había permitido a Roma movilizar los recursos de los latinos para concretar su política expansionista y obtener una porción mayoritaria de los beneficios de las conquistas comunes.

Dejando de lado la rivalidad durante el recién terminado conflicto, Roma se alió ahora con los samnitas para sofocar la rebelión latina, que contaba con el apoyo de los volscos de Anzio (Antium), los campanos y los sidicinos. Estos últimos habían sido traicionados por Roma al ser entregados a los samnitas como una de las condiciones de paz, por lo que contaban con buenos motivos para unirse a los rebeldes. La gran mayoría de los pueblos latinos se unió al alzamiento, sólo los laurentes, los pelignos y los equites de Campania (es decir, la aristocracia local) permanecieron fieles a Roma.

Las fuerzas combinadas de romanos y samnitas derrotaron a los latinos y campanos en la batalla del Vesubio, cerca del monte homónimo (339 a. C.). Los cónsules romanos eran Publio Decio Mus, quien sacrificó su vida en la batalla para obtener el favor de los dioses romanos, y Tito Manlio Torcuato, quien restauró la disciplina del ejército ejecutando a su propio hijo tras un acto de desobediencia involuntaria.

Un año más tarde, Manlio derrotó a los latinos de forma decisiva en la batalla de Trifano (338 a. C.), de manera que los latinos evacuaron la Campania y fueron acorralados por los romanos en el Lacio. De esta forma, el conflicto finalizó con la capitulación de Anzio y con la entrega de la flota volsca. Las proas (rostra) de los barcos capturados pasaron desde ese momento a adornar las tribunas de los oradores en el Foro Romano.


El cónsul Manlio Torcuato hace decapitar a su hijo


Los pactos del año 338

Los romanos impusieron a los vencidos nuevos términos de acuerdo que remplazaron al foedus Cassianum. Roma firmó ahora con cada una de las ciudades latinas un tratado separado con condiciones específicas. A los latinos se les impidió, además, formar ligas o mantener una organización conjunta. Roma estableció así diferentes condiciones para sus aliados que pueden clasificarse en tres grandes grupos:

a) En el Lacio, muchas de las comunidades vencidas fueron incorporadas al Estado romano y sus habitantes recibieron la ciudadanía de plenos derechos. En algunos casos, los dirigentes que habían impulsado la rebelión fueron desterrados y sus tierras repartidas entre colonos romanos.

b) A otras ciudades latinas se las integró igualmente al Estado romano pero se les concedieron sólo derechos parciales de ciudadanía, la civitas sine suffragio. De esta forma, los habitantes de estos pueblos pasaban a estar sujetos a todas las responsabilidades militares y tributarias de un ciudadano romano, pero no estaban capacitados para participar de las asambleas o postularse como candidatos a magistrados.

c) Algunos estados latinos conservaron su carácter de aliados independientes de los romanos. Permanecieron dentro del marco del ius latinum, es decir, contaban con el conubium y el commercium con ciudadanos romanos, pero no podían practicarlo ya más entre ellos.

Los acuerdos del año 338 representan un paso decisivo en el camino de Roma hacia la dominación de la península itálica. La innovación de la civitas sine suffragio le permitió a los romanos seguir incorporando población a su Estado, sin por ello alterar el funcionamiento de sus instituciones políticas, aptas sólo para una ciudad-Estado. Esa nueva forma de ciudadanía restringida fue clave, además, para crear nuevas colonias conectadas directamente con el Estado romano pero sin conceder a sus habitantes un espacio en la dirección política del mismo. Las colonias establecidas en las regiones anexadas sirvieron como bases estratégicas para afianzar el control de los nuevos territorios y garantizar la penetración en ellos de la cultura romana.

1 comentario:

José Miguel Varela dijo...

Leyendo esta entrada y las anteriores, y viendo esa ilustración en la que aparece la después denostada cruz gamada, intento imaginar cómo eran esos volscos, samnitas, etc ... ¿podemos hablar de ciudades, de una sociedad estructurada? ¿que hay de sus manifestaciones artísticas? Todo es oscuridad, supongo . Perdona que te fusile con tantas preguntas, y muchas gracias por compartir estos conocimientos