domingo, 26 de julio de 2009

Los discípulos de Petrarca y la difusión del Humanismo



Hace un tiempo tratábamos en esta página sobre Francesco Petrarca y su papel central en la difusión del humanismo renacentista. Continuando esa historia, quisiera ahora resaltar el papel de algunos de sus discípulos.

Boccacio un maestro de la literatura universal

El más famoso de los discípulos de Petrarca fue, sin duda, Giovanni Boccaccio (1313-1375), recordado hoy sobre todo por el Decamerón, una obra maestra de la literatura italiana y universal. Orientado por su familia hacia una ocupación mercantil y luego hacia el estudio del derecho canónico, Boccaccio dejó estas profesiones para concentrarse en la literatura. La amistad con Petrarca fue un hecho decisivo en su vida, pues éste lo cautivó para el estudio de la literatura antigua. Boccaccio lo consideró siempre su maestro y líder intelectual y fue bajo sus instrucciones que emprendió el estudio del griego, llegando finalmente a dominar esta lengua (lo que había quedado vedado a Petrarca). Sus contribuciones más significativas al estudio de la Antigüedad fueron filológicas. Boccaccio fue, como Petrarca, un cazador de manuscritos y a él le debemos la conservación de parte de las obras de Tácito, Marcial y Ausonio, entre otros. Adelantado a su tiempo, Bocaccio demostró gran espíritu crítico al comparar los textos de diferentes ejemplares para llegar a conformar un mejor original, pero como historiador se mantuvo incluso por debajo de los estándares alcanzados por Petrarca, componiendo colecciones de biografías y de anécdotas, y también diccionarios de nombres para facilitar la lectura de los textos antiguos.


Coluccio Salutati, difusor del humanismo

Del resto de los discípulos de Petrarca no podemos mencionar más que a los más importantes. Una figura de primer rango fue sin duda Coluccio Salutati (1331-1406), importante como difusor de las nuevas ideas y como protector y formador de otros importantes humanistas. Salutati recopiló una muy importante biblioteca, a él le debemos la conservación, entre otras obras, de las Epistulae ad familiares de Cicerón y del De agricultura de Catón el viejo. Para la producción de los manuscritos de su colección, Salutati aplicó por primera vez principios filológicos críticos. Pero Salutati fue, además de un académico, un influyente político y orador, desempeñándose los últimos 31 años de su vida como canciller de Florencia. Su prominencia política hizo mucho por la difusión del humanismo. Fue bajo su impulso que se estableció en Florencia la primera cátedra de griego, ocupada por el brillante filólogo bizantino Manuel Chrysoloras.

En la primera mitad del siglo XV, el movimiento inspirado por los discípulos de Petrarca fue ganando en fuerza y atrayendo figuras de importancia. Florencia se distinguió como el primer gran centro de la cultura humanista, donde, bajo el liderazgo de figuras como el ya mencionado Coluccio Salutati o Niccolò Niccoli, importantes grupos del patriciado y algunos sectores medios de la población urbana fueron cautivados por el estudio e imitación de la Antigüedad clásica. Mientras en el resto de Europa occidental la tradicional literatura caballeresca representaba el ideal de excelencia humana considerado digno de imitación por la nobleza y las nuevas élites urbanas, y mientras en las universidades el escolasticismo se tornaba cada vez más dogmático en los principios de sus distintas escuelas, en Florencia surgía una enteramente nueva forma de educación basada en el ideal aristocrático ciceroniano y en el estudio de los autores latinos y griegos.

sábado, 18 de julio de 2009

Sobre el Tiempo



Quid est ergo tempus? Si nemo ex me quaerat, scio; si quaerenti explicare velim, nescio'

“¿Qué es el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé.”

Así se expresó San Agustín sobre el tiempo y precisó, con pocas palabras, las características centrales de la experiencia humana del mismo. Por un lado el tiempo nos parece algo tan completamente natural, tan intrínsecamente unido a nuestro existir, que la necesidad de buscar explicaciones sobre su evidente naturaleza se nos presenta en un principio como sorprendente. Pero, por otro lado, en cuanto comenzamos a reflexionar con algo de profundidad sobre esa naturaleza, nos enfrentamos inmediatamente con una, hasta ese momento, no percibida dificultad para expresar o definir en qué consiste eso que nos parecía tan evidente. Los hombres vivimos sumergidos en el tiempo, nos regimos por él, él determina todos nuestros actos y nos somete a claras limitaciones.

Las concepciones del tiempo han variado enormemente con el transcurso de los siglos. En la cultura griega predominan, en líneas generales, diversas visiones cíclicas del mismo. Esta concepción es claramente visible en el pensamiento de Pitágoras y Empédocles, entre otros, y sería adoptada por el epicureismo y el estoicismo. En su forma filosófica, la idea común detrás de muchas de estas concepciones cíclicas del tiempo parte de la idea de que mientras que la materia es finita, el tiempo es infinito, por lo que todas las combinaciones materiales posibles se sucederán en el tiempo infinidad de veces. Concepción ilustrada simbólicamente con la figura del uróboros, una serpiente o un dragón engullendo su propia cola y formando así un círculo. Posteriormente en el siglo XIX esta concepción sería popularizada por Nietzsche con el título de “eterno retorno” (Ewige Wiederkunft).


A pesar de que esta tesis ha sido rechazada por Momigliano, creo que muchos elementos de esa visión cíclica del tiempo se encuentran presentes en la historiografía antigua. El ejemplo más claro es la teoría de la sucesión de los distintos tipos de formas políticas en el pensamiento de Polibio. En forma más subterránea, sin embargo, se reconoce en los historiadores griegos la idea de que el tiempo y el espacio son escenarios inertes en los que la combinación de un número limitado de factores produce resultados repetitivos. Ello puede verse, por ejemplo, en la famosas declaraciones de Tucídides y Polibio sobre los discursos puestos en boca de las figuras históricas de su obra. Ellos afirman reproducir lo que se dijo a partir de lo que se debería haber dicho. Ello se explica porque lo que se había dicho era, en su concepción, fácilmente deducible de un análisis de los factores presentes en cada caso.

La historiografía romana hereda de la griega esa concepción cíclica del tiempo pero rompe con la misma. La fundación de Roma se concibe, por el contrario, como un evento único e irrepetible que no puede dar lugar a ciclos. La historia es entonces, por ejemplo en la concepción de un Tito Livio, el relato de la expansión romana siempre victoriosa y que se mantendrá por toda la eternidad.

sábado, 11 de julio de 2009

Within Piscator - Colección Calamus


Hace ya algunos años que tengo el gusto de dirigir para la editorial Alción de Córdoba (Argentina) la colección Calamus de textos clásicos. Hace algunos días vio la luz el quinto número de la misma, una edición bilingüe (latín - español) del Within Piscator, con estudio preliminar y comentario a cargo del Prof. Rubén Florio. El breve poema -de 208 hexámetros- relata las aventuras de un pescador inglés que, en uno de sus viajes, es tragado por una ballena. Al respecto escribe Florio:

“Se trata de una narración encantadora, entre otros aspectos, por su temática, de estrecha relación con los cuentos folclóricos, por su estructura, construida sobre una armónica proporción entre los tres momentos de la aventura que vive su protagonista, por su meditada readaptación y fusión de tópicos y símbolos literarios tradicionales, por sus agudas y sutiles alusiones a la composición e idiosincrasia de la sociedad de la época, por su refinada utilización de la ironía y, en fin, la destreza de su autor tanto en el empleo del metro cuanto en el de los más variados recursos literarios.”

“Muy poco conocemos de la vida de Letaldo, el monje benedictino de cuya pluma proviene esta singular obra; sin embargo, de esa reducida información asoma un carácter fuerte y controvertido. Pasó su infancia y niñez en el monasterio de san Mesmin, pero desarrolló su tarea de escritor en el de Micy (cercano a Fleury-sur-Loire), donde gozó del aprecio de su decano, Constantino. Por otro monje benedictino, Abón de Fleury, contemporáneo y admirador de Letaldo, se sabe que encabezó una rebelión en Micy, hacia el 1004, contra su abad, Roberto. El motín no prosperó y Letaldo se refugió en Le Mans, donde, hacia el 1010, compuso, para el obispo Avesgaudo, la Vita sancti Iuliani Cenomannensis. A partir de este momento carecemos de otros datos biográficos.”

El Within Piscator nos invita a un viaje hacia la mentalidad medieval, plagada de seres fabulosos y de interpretaciones alegóricas de gran belleza poética. El texto presentado por el prof. Florio permite la comprensión y el goce de este bello poema con todos los elementos que la investigación erudita puede proporcionar.

viernes, 3 de julio de 2009

Amicorum communia omnia.



“Entre los amigos todas las cosas deben ser en común”

Erasmo, Adagios I, 1.

Se trata de la versión latina de una frase griega atribuida a Pitágoras: Κοινὰ τὰ τῶν φίλων.

Erasmo pensaba que no podía comenzar su colección de adagios mejor que con este antiguo y muy celebrado apotegma.

La amistad fue una preocupación central de Erasmo durante toda su vida. Su voluminosa correspondencia nos revela el cuidado y dedicación con que el gran humanista mantenía una extensa red de amistades y relaciones por todo el occidente europeo. Erasmo veía en la amistad el lazo positivo que contribuía a la construcción de una sociedad humana acorde a los principios tanto de la filosofía antigua como del cristianismo.

Nada es tan frecuente en nuestras bocas como la palabra amigo, pero pocas cosas son tan extrañas como la verdadera conjunción de mentes que, en la visión de Erasmo, merece el nombre de la Amistad. Según Salustio, Idem velle et nolle, ea demum firma Amicitia est, “desear y rechazar las mismas cosas, es la base más firme para la amistad”. Sin embargo, Erasmo era escéptico sobre la frecuencia con que podían encontrarse tales casos de profunda comunidad. Al respecto, el humanista afirma:

Tantum ego fucorum, tantum perfidiae in hominum amicitiis reperio, no in his modo vulgaribus, verum his quoque quas Pyladeas vocant, ut mihi iam non libeat novarum periculum facere

“Encuentro tanta falsedad y perfidia en las amistades humanas, no sólo en aquéllas que pueden considerarse vulgares, sino incluso en las unidas por los más fuertes lazos de afecto, que ya no deseo correr el riesgo de buscar nuevos amigos.”


El mismo escritor, en una etapa más avanzada de su vida, y como resultado de una larga experiencia, diría:

Quin en totum, eo degenerarunt hominum mores, ut hodie, cygnus niger, aut corvus albus, menos rarus sit avis, quam fidelis amicus.

Los hombres son ahora tan degenerados, (una denuncia que se ha hecho en todas las épocas), que un cisne negro, o un cuervo blanco, no son tan raros como un amigo fiel.

¿Qué piensa el lector? ¿Son los amigos tan raros?