viernes, 20 de febrero de 2009

Ciceronianismo


"Gibbon observa que en el libro árabe por excelencia, en el Alcorán, no hay camellos; yo creo que si hubiera alguna duda sobre la autenticidad del Alcorán, bastaría esta ausencia de camellos para probar que es árabe." (Borges, El escritor argentino y la tradición, 1951.)

Sobre lo obvio no es necesario explayarse. Esa sería la idea de este fragmento. De la misma forma podría defender el no haber mencionado todavía a Cicerón en este blog, que pretende ocuparse de la cultura clásica. A pesar de no haber sido nombrado expresamente, se ha encontrado siempre presente. Como me informo en este artículo de que –contrariamente a lo afirmado por Gibbon y creído por Borges- si hay camellos en el Corán, pienso remediar mi falta para con Cicerón con una serie de entradas. Para empezar creí oportuno presentar una breve reseña del ciceronianismo.
Todo aquel que ha estudiado latín ha tomado contacto directo con las obras de Cicerón (o con algunas de ellas). El gran orador romano es considerado uno de los máximos -sino el mayor- exponente de la prosa latina clásica. A partir de sus textos se han modelado, en buena medida, las gramáticas y demás instrumentos con que el estudiante se inicia y adentra en el estudio de ese idioma. Yo no he sido la excepción. El estilo, la cadencia y la potencia de sus discursos y tratados enriquecieron mis años de estudio y todavía me deleitan regularmente.
Cicerón fue leído en todas las épocas. Ya en las décadas que siguieron a su muerte su estilo era considerado por la mayoría de los profesores de retórica como uno de los mejores modelos a imitar. Fue Quintiliano, sin embargo, a fines del siglo I d.C. quien lo entronizó definitivamente como máxima concreción de la elocuencia. Movido por el rechazo al más recargado estilo de su época, Quintiliano identificó al gran orador como paradigma de lo clásico. Fue así el creador del Ciceronianismo, concepto por el que se entiende la imitación del lenguaje de Cicerón como modelo estilístico absoluto y la adopción de su ideal sobre la formación del orador perfecto mediante la combinación de elocuencia y sabiduría.
Petrarca

La popularidad del gran orador romano se mantuvo intacta durante la Edad Media, sus ideales filosóficos y educativos siguieron ejerciendo gran influencia, pero el latín medieval se caracterizó por una compleja combinación de las diversas tradiciones idiomáticas del latín y no por una imitación directa de Cicerón. Fueron los humanistas del Renacimiento italiano quienes recuperaron la identificación de la lengua ciceroniana como máximo exponente literario de todos los tiempos y la tomaron como criterio de evaluación para condenar al latín de los autores del medioevo. El precursor fue, por supuesto, Petrarca, quien destacó a Cicerón como uno de los mayores autores de la Antigüedad, pero sin por ello plantearse como objetivo una imitación directa de su estilo. Para él, el autor, tal como las abejas producen la miel con el néctar de muchas flores, debía formar su estilo combinando lo mejor de diversos modelos (véase Ep. ad familiares 1.8).

Hummanistas posteriores destacaron que Petrarca y sus inmediatos seguidores (como Bocaccio o Coluccio Salutati) habían sido los primeros en señalar el camino para la restauración del latín clásico. Consideraban, sin embargo, que su éxito había sido sólo parcial y abogaron por una cercanía mucho mayor con el estilo ciceroniano. La idealización de la vida y obra del orador romano alcanzó entonces un punto extremo, visible, por ejemplo, en el Cicero novus de Leonardo Bruni, una biografía de tono claramente panegírico.


Leonardo Bruni

Comienza entonces una tendencia fuertemente arcaizante en el uso del latín. No se reconoce como respetable ninguna palabra que no aparezca en las obras de los autores clásicos. Los santos comienzan entonces a ser llamados dii y deae, sus estatuas, simulacra sancta deorum; las monjas, vestales virgines; el cielo, Olympus; los cardenales, augures, el Papa, pontifex maximus, y Dios, Jupiter optimus Maximus!

El ciceronianismo no fue, sin embargo un movimiento uniforme. Por el contrario, fueron frecuentes las diferencias entre los humanistas en torno al grado en que el latín debía regirse por este modelo. Mientras que un grupo era partidario de una imitación libre, otro proponía tomar al Arpinate como precepto riguroso de estilo. Sobre esta disputa basta aquí mencionar dos de sus manifestaciones literarias más famosas. En primer lugar, la discusión al respecto en el intercambio epistolar entre Poliziano y Paolo Cortese (de la que pretendo tratar en una próxima entrada de este blog). En segundo, el magistral diálogo de Erasmo, Ciceronianus. Sive de optimo dicendi genere.



En el último tercio del siglo XVII el ciceronianismo comenzó a perder influencia rápidamente. El tacitismo, la imitación del estilo de Cornelio Tácito ganó entonces un papel preponderante, especialmente de la mano de Justo Lipsio (1547-1606), uno de los más influyentes humanistas de ese período. El estilo crítico de Tácito era ciertamente más adecuado para una época en la que el absolutismo de los monarcas europeos empezaba a crear un contexto más semejante al Imperio Romano que a la república. El ciceronianismo conservó, sin embargo, su posición de poder en el ámbito educativo y, pese a los innumerables cambios didácticos y metodológicos, la mantiene en buena medida hasta hoy.

Personalmente, me considero un ciceroniano, pero sólo en el sentido de que admiro profundamente el estilo y el pensamiento de Cicerón, sin aspirar en lo más mínimo a reproducirlo o imitarlo, tareas muy por encima de mis capacidades.

viernes, 13 de febrero de 2009

El latín y el futuro de Internet - respuesta a un crítico


Qui tacet consentire videtur. Se trata de un principio del derecho canónico, que podría traducirse como “el silencio indica consentimiento” (literalmente: quien calla parece asentir). Desconozco el origen concreto de esta frase, pero en una glosa a la epístola a los romanos de San Pablo puede leerse: consentire est tacere cum possis arguere, es decir, consentir es callar, cuando podrías refutar. Para no parecer dar la razón a quienes rechazan mis argumentos sobre el futuro del latín en la web, presento aquí algunas respuestas.

En primer lugar, quiero agradecer a todos los que se tomaron un tiempo para dejar un comentario. Creo que lo más interesante de tener un blog es poder entrar en contacto con personas que tienen intereses semejantes. Todas las opiniones son respetadas y las críticas, especialmente apreciadas. Leonardo César desde México presenta esta objeción, que cito textualmente:

“Pero es que lo que creo es que te estas contradiciendo un poco tu mismo..! si, realmente, el latin es tan capaz de expresar las realidades del mundo contemporaneo... porque tiene que utilizar giros perifrasticos tan largos...?(un antivirus.. en latin segun tu,instrumentum quod vira electronica delet-instrumento que destruyes virus electronicos)”.

Quienes me conocen, Leonardo, saben que nada me gusta tanto como un buen debate. Para responder a tu objeción, déjame acentuar (y no creas que es una alusión a la ortografía de tu texto) que el latín puede expresar el concepto de antivirus también mucho más brevemente. Virus es de hecho una palabra latina (un raro sustantivo neutro de la segunda declinación terminado en -us). La preposición anti es, por el contrario, griega pero tiene su equivalente en la preposición latina contra. Así que uno podría decir "contravirus", pues, como virus es neutro, el acusativo singular conserva la terminación -us. Si algo caracteriza al latín, como tú bien sabes, estimado Leonardo, es la concisión con que puede expresar ideas complejas.

Espero que sepas disculpar la pequeña broma sobre los acentos. Seguramente escribías con un teclado que no permitía ponerlos. Invitado estás a refutar, pues si no lo haces, creeré que ahora estás de acuerdo.

martes, 10 de febrero de 2009

10 teorías sobre por qué los “otros” de Lost hablan latín



En mi post anterior argumentaba en favor de la posibilidad de que el latín viviera un renacimiento de la mano de Internet. Pero ahora veo que el renacimiento no se limita a la Web. En una serie de culto, con un público mundial masivo, como “Lost”, los “Otros” (the Others) son presentados hablando en latín. Se trata, concretamente, del tercer episodio de la quinta temporada, transmitido hace un par de semanas en los EE.UU. Esto es sorpresivo y no fue insinuado en anteriores capítulos. ¿Por qué hablan latín? Se me ocurren diez posibles razones.

Los otros hablan latín...

1- ...porque les sirve como lenguaje secreto, para comunicarse delante de terceros sin ser comprendidos. Eso es probablemente lo que quieren los autores de la serie que creamos, pero sería una solución demasiado simple para Lost.

2 - ...porque son descendientes directos de los romanos que sobrevivieron la caída del Imperio refugiados en su isla (!?)

3 - ...porque originalmente eran un grupo de profesores de latín desempleados que se refugiaron en la isla para planear su venganza contra la sociedad que los rechazó.

4 - ...porque quieren presumir de cultos.

5 - ...porque lo aprendieron cuando vivieron en la Atlántida (no convence, allí probablemente hubieran aprendido griego).

6 - ...porque pertenecen a un grupo católico ultraconservador que rechaza el Concilio Vaticano Segundo.

7 - ...porque los autores de la serie leen mi blog y se han dejado influenciar por mis argumentos en favor del latín.

8 - ...porque a los autores de la serie se les aplica lo que decíamos en los puntos 3 o 6.

9 - ...porque son los autores de la serie los que quieren presumir de cultos.

10 - ...porque a los autores de la serie se les están acabando las buenas ideas, tienen una crisis creativa o simplemente ya ni ellos saben cómo sigue la historia.


Me gustaría creer que la Nr. 7 es correcta pero, pensándolo bien, la Nr. 10 parece más probable.
Dejando de lados las bromas (que me disculpen los fanáticos de la serie!), me parece que la aparición del latín en Lost no deja de ser una prueba del aura de prestigio de que sigue gozando este hermoso lenguaje.


sábado, 7 de febrero de 2009

El latín, ¿la lengua del futuro en Internet?


¿Sabía usted que hoy, en pleno siglo XXI, existen miles de páginas de Internet redactadas en la antigua lengua de los romanos y que su número crece permanentemente? No se trata sólo de recursos para la enseñanza de ese idioma, sino de foros, blogs, diarios, revistas, señales de radio, y un vasto etcétera en el que debemos incluir casi todos los tipos de páginas que se han vuelto comunes en la Web. ¿Sabía usted que el buscador Google tiene también una versión en latín? Y que me dice de la Vicipaedia encyclopedia libera, la versión latina de Wikipedia, ¿Sabía que cuenta con más de 26.000 artículos? Podrían proporcionarse infinidad de ejemplos.


El latín siempre demostró una increíble resistencia, tras la caída de Roma continuó siendo la lengua internacional de la religión, la ciencia y la cultura por siglos. Sólo en el siglo XX el latín perdió definitivamente su relevancia en estos terrenos. Desde hace unos años, sin embargo, de la mano de Internet, se está produciendo un verdadero renacimiento. El latín parece recuperar su carácter de idioma internacional, páginas de todos los países del mundo recurren a él y conforman una verdadera comunidad que trasciende fronteras y culturas.

¿Puede el latín recuperar, gracias a Internet, un papel como el que tenía en el pasado? Antes de que el lector se ría de esta idea, consideremos algunos datos. En la actualidad, diez idiomas controlan casi el 85 % de la Web. Con excepción del inglés, el español y el francés, que tienen un carácter más internacional, el resto son idiomas no muy difundidos fuera de los países en los que son lengua oficial. Constituyen en buena medida compartimientos estancos. Cada país tiene, por cierto, gran interés en que su idioma sea importante en Internet, pues ello significa ejercer influencia cultural en el mundo globalizado. ¿No sería, entonces, sensato, buscar un lenguaje verdaderamente internacional, no asociado a los intereses culturales de ningún pueblo o estado actual?


Pero, ¿puede el latín expresar las realidades del mundo contemporáneo? La respuesta es un rotundo SÍ. El latín, en efecto, se adapta constantemente ampliando su vocabulario para poder designar los nuevos inventos y realidades del mundo actual.
Veamos algunos ejemplos:
computatrum : ordenador
internetum: Internet
pagina interretialis: página de internet
cyberspatium: ciberespacio
Tela Totius Terrae: World Wide Web
instrumentum electronicum, quod computatrum administrat : sistema operativo
instrumentum, quod vira electronica delet: antivirus.


Lo dejo allí para no cansar al lector. Si todavía no se ha convencido del todo, creo que puedo eliminar sus últimas dudas con un ejemplo final: ¡El latín ya cuenta con su propia red social! Schola. ¡Facebook, Digg y Menéame deberán prepararse para la competencia!

domingo, 1 de febrero de 2009

La filología, el arte de leer lentamente



Quiero compartir con vosotros esta inspiradora definición que de la filología clásica -es decir, del estudio de los textos antiguos- presenta Friedrich Nietzsche:

La filología es un arte venerable que exige a quienes lo practican sobre todo una cosa, apartarse del camino, darse tiempo, tornarse silenciosos, volverse lentos –es como el arte de labrar metales, pero aplicado al conocimiento de las palabras: un oficio que debe ejercerse con simpleza, precisión, cuidado, y en el que no se obtienen resultados si no se procede despacio. Precisamente por eso la filología es hoy más necesaria que nunca, precisamente por eso nos arrastra y nos seduce con tanta insistencia en medio de esta era del “trabajo”, de la celeridad, del obsceno y sudoroso apuro que quiere “todo resuelto” de inmediato, incluyendo libros antiguos y nuevos. La filología no resuelve tan fácil cualquier cosa: enseña a leer bien, es decir, a leer lentamente, de manera profunda, con atención y prudencia, a leer con segundas intenciones, con las puertas abiertas, a leer con sensibilidad en los ojos y en los dedos...” (Traducción de Gabriela Marrón)

Como joven profesor de filología de la universidad de Basilea, Nietzsche ya revelaba muchas de las facetas que se harán presentes en sus obras posteriores. En el mundo griego, sus cursos encuentran una sociedad ideal que sirve de punto de partida para el análisis y la crítica de la cultura alemana de su tiempo. La filología deja aquí de ser solamente una ciencia para acercarnos al conocimiento del mundo antiguo y se transforma en una vía de desarrollo filosófico.

Agradezco a Gabriela Marrón el permiso para citar este pasaje de su excelente blog, que os recomiendo visitéis, especialmente si sois amantes de la literautra.