jueves, 31 de diciembre de 2009

La colección de chistes (Facetiae) de Poggio Bracciolini

En la última entrada de este blog tratábamos del gran humanista Poggio Bracciolini, concentrándonos en su faceta de cazador de manuscritos antiguos. Poggio fue uno de los pensadores y escritores más versátiles de este período y creo que hay muchos otros aspectos interesantes para destacar de su vida y obra, como sus escritos históricos, sus contribuciones al estudio arqueológico de las ruinas romanas, sus tratados polémicos, etc. Pero hay una faceta particularmente interesante por su originalidad y por revelar una cara poco conocida de los círculos humanistas del renacimiento, se trata de sus escritos humorísticos. Una de las obras más famosas y exitosas de Poggio fue su colección de chistes, Facetiae, uno de los libros más reeditados en Europa entre los siglos XV y XVIII. Se trata de una recopilación de pequeñas historias de gran comicidad y, en su mayoría, de contenido erótico-picaresco. Algunas no han resistido el paso del tiempo y parecen hoy demasiado simples o inocentes, otras conservan intacta su capacidad de hacer reír. Os dejo aquí una pequeña muestra, una de mis favoritas, muy imitada posteriormente.

La admirable respuesta de un niño al cardenal Angelotto

El cardenal Angelotto era un hombre mordaz, siempre dispuesto a discutir, muy locuaz pero poco prudente. Cuando estaba en Florencia el Papa Eugenio, el cardenal fue visitado por un niño de diez años, notable por su extrema inteligencia. El pequeño utilizaba un vocabulario escogido y tenía un discurso excelente. Admirado Angelotto por la seriedad y por el estilo de sus palabras, y viendo que el niño respondía inteligentemente a todas sus preguntas, se volvió a sus acompañantes y dijo: “A los que tienen este ingenio y capacidad desde la niñez al crecer les disminuye el intelecto y terminan por volverse idiotas como adultos”. El niño le respondió sin demora: “Vos debéis entonces haber sido el más sabio e inteligente de todos en vuestros primeros años”. El cardenal enmudeció ante la ingeniosa respuesta, viéndose reprochado por estúpido por quien había considerado sólo un niño.

En la Bibliotheca Augustana podéis encontrar una versión completa en latín de las Facetiae de Poggio.

martes, 15 de diciembre de 2009

Los primeros humanistas - Los cazadores de manuscritos


Poggio Bracciolini

Después de un cierto tiempo de descuido, regreso a uno de los temas frecuentes en este blog, el Renacimiento.

Ya he tratado antes sobre los origines del humanismo a fines del siglo XIV. En la primera mitad del siglo XV, el movimiento inspirado por los discípulos de Petrarca fue ganando fuerza y atrayendo figuras de importancia. Florencia se distinguió como el primer gran centro de la cultura humanista, donde bajo el liderazgo de figuras como Coluccio Salutati y Niccolo Nicoli importantes grupos del patriciado y algunos sectores medios de la población urbana fueron cautivados por el estudio e imitación de la Antigüedad clásica. Mientras en el resto de Europa occidental la tradicional literatura caballeresca representaba el ideal de excelencia humana considerado digno de imitación por la nobleza y las nuevas élites urbanas, y mientras en las universidades el escolasticismo se tornaba cada vez más dogmático en los principios de sus distintas escuelas, en Florencia surgía una enteramente nueva forma de educación basada en el ideal aristocrático ciceroniano y en el estudio de los autores latinos y griegos. Este nuevo entusiasmo se enfrentaba a un grave problema. Eran muy pocos los textos de autores clásicos que se conservaban y se encontraban disponibles para ser copiados y puestos en circulación. Se inició entonces una verdadera “caza” de manuscritos, una búsqueda frenética por salvar la herencia intelectual de Grecia y Roma de la destrucción y el olvido.

Poggio Bracciolini y el redescubrimiento de la literatura Antigua


Monasterio de Reichenau

De entre los humanistas de la primera parte del siglo XV, una figura se destaca por su importancia: Gian Francesco Poggio Braccioloni (1380–1459). Hijo de un notario florentino empobrecido, la falta de recursos no representó un obstáculo para tener acceso a la mejor educación pública disponible en Florencia. El extraordinario talento del joven Poggio le garantizó el patronazgo de importantes humanistas, lo que le facilitó el ingreso a un cargo de secretario en la curia papal.

Sin duda, una de las mayores contribuciones de Poggio al estudio de la Antigüedad fue su labor como “cazador de manuscritos”. Su asistencia en 1414 al concilio de Constanza, organizado para la reunificación del papado (existían entonces tres papas rivales) le permitió explorar las bibliotecas de muchos monasterios de Alemania y Suiza (especialmente los de Reichenau, Weingarten y St. Gall). El catálogo de sus descubrimientos es notable: La Institutio Oratoria de Quintiliano, Las Argonautica de Valerio Flaco, numerosos discursos de Cicerón, los comentarios a algunos diálogos de Ciceron de Asconio. También encontró manuscritos de Lucrecio, Columella, Silio Itálico, Manilio, Stacio y Vitruvio. Además, descubrió en Langres el manuscrito del discurso de Cicerón en favor de Cecina, y manuscritos de Amiano Marcellino, Frontino, Nonio Marcello, Probo, y otros de menor importancia.

Manuscrito de Cicerón copiado por Poggio

La búsqueda de los textos desconocidos era una pasión compartida por todos los aficionados a los nuevos estudios. Si bien Bracciolini es el más destacado de los cazadores de manuscritos, también otros humanistas realizaron en la primera mitad del siglo XV importantes descubrimientos. A ellos les debemos la conservación de los textos griegos y latinos que hoy constituyen nuestra principal fuente de conocimiento de la Antigüedad. Los humanistas eran apoyados en este empeño por príncipes, papas y grandes familias de comerciantes que invertían enormes sumas en el rastreo de los textos y en la producción de exquisitas copias. Cosme de Medici invirtió grandes sumas en acumular excelentes manuscritos tanto para su colección privada como para una serie de bibliotecas públicas fundadas por él en Florencia. Muchos de esos manuscritos se conservan hoy en la Biblioteca Laurenciana y constituyen la base para el estudio filológico de buena parte de los textos que hoy se conservan.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Clases sobre el imperio romano y la crisis del siglo III

Esta entrada está pensada para mis alumnos universitarios pero quizás los lectores del blog también puedan encontrar algo de interés en los archivos que aquí presento. Se trata de dos presentaciones (originalmente de Power Point convertidas ahora al formato PDF) sobre el Alto Imperio Romano y la Crisis del siglo III. Las mismas pueden descargarse de Ifile.

El Alto Imperio Romano

La Crisis del Siglo III

lunes, 7 de diciembre de 2009

La expansión romana 6° parte - Causas del imperialismo Romano


Si no has leído las partes anteriores, ve a ¿Cómo conquistó Roma su imperio?, a La expansión romana 2° parte , 3° parte, 4° parte, 5° parte y 6° parte.

Uno de los aspectos más debatidos en relación con la expansión romana es el que tiene que ver con las causas del imperialismo romano, es decir, la pregunta por los factores que impulsaron a Roma a mantener por siglos esta política de expansión militar. Sin profundizar sobre este tema tan complejo, creo que pueden aducirse dos factores clave como explicación, por lo menos parcial, de este fenómeno.

Exportación de los conflictos sociales internos

En primer lugar, es claro que la expansión significaba para Roma una excelente vía para eliminar o moderar los conflictos sociales internos propios de una sociedad aristocrática estamental caracterizada por una muy desigual distribución de la propiedad del suelo, el principal recurso productivo de la economía romana. La colonización era, en este sentido, una válvula de escape para las presiones sociales. Individuos de los estratos inferiores de la sociedad romana obtenían mediante la colonización tierras y la posibilidad de comenzar una vida mejor en una nueva ciudad. De esta forma se los asociaba a los beneficios del imperio y se los transformaba en factores de estabilidad en los territorios anexados.

Beneficios económicos para todos los sectores sociales (distribución desigual)

Todos los sectores sociales se beneficiaban con la expansión romana. La aristocracia acrecentaba su poder político y legitimaba su posición directiva en virtud a sus éxitos militares. Ella obtenía, además, la parte principal del botín. Sobre los sectores campesinos medios recaía la mayor parte del esfuerzo militar, pero en compensación recibían una retribución económica y una parte del botín. Los estratos inferiores eran asociados al éxito militar mediante la distribución de tierras y a cambio se les exigía su contribución activa en las tropas.

viernes, 4 de diciembre de 2009

La expansión romana 6° parte - Las instituciones militares


El camino de Roma hacia el dominio de Italia es uno de continuada expansión y creciente poderío. ¿Cómo es posible explicar que una ciudad del Lacio se hiciera con un control indiscutible sobre toda la península en un breve espacio de tiempo y enfrentando a aguerridos enemigos? La respuesta a esta pregunta es objeto de intenso debate entre los historiadores y no puede ser respondida en forma sencilla. En mi opinión, sólo es posible identificar algunos elementos que pueden contribuir a explicar el éxito romano.

La legión manipular

La legión romana de este período, muy diferente de aquella de la república tardía, es designada con el nombre de legión manipular. Su estructura es conocida principalmente a partir de la descripción realizada por Polibio (6.22-25). Los 4200 infantes que la componían se dividían en 4 grandes categorías, 1200 vélites o infantería ligera para escaramuzas, 1200 hastati y 1200 principes equipados de manera semejante como infantería pesada y 600 triarii formados por los soldados de mayor edad y experiencia equipados con largas lanzas. Estos tres últimos grupos se encontraban divididos cada uno en 10 manípulos que constituían la unidad táctica principal de la legión. En orden de batalla estos grupos de infantería pesada formaban en tres líneas. En cada línea los manípulos se ubicaban separados por espacios del mismo tamaño que cada unidad. Éstos eran cubiertos por los manípulos de la segunda línea, cuyos espacios eran a su vez cubiertos por los de la tercera tomando el conjunto el aspecto de lo que serían las líneas de un tablero de ajedrez. Los espacios permitían en combate el relevo de una línea por la que se encontraba detrás, garantizando de esta forma la retirada de una línea desgastada y su reemplazo por otra fresca, lista para dar un renovado impulso tanto al ataque como a la defensa. No es posible entrar aquí en detalles sobre el funcionamiento táctico de este sistema, que es, desde el Renacimiento, debatido intensamente por los historiadores.

Es indiscutible que la legión manipular se reveló en la práctica como una unidad flexible y con gran efectividad en los más diversos campos de batalla. Las ventajas tácticas que la misma representaba son sin duda parte de la explicación del éxito romano.

Movilización de los recursos de los pueblos sometidos para posibilitar nuevas expansiones

Sin duda, otra clave del éxito militar romano fue la política de concesión de ciudadanía y de establecimiento de colonias en los territorios conquistados. Esta política le permitía a Roma utilizar los recursos demográficos de los pueblos vencidos para sus ejércitos. La ciudadanía limitada fue, en este sentido, una invención clave. Pues obligaba a quienes la recibían a contribuir al esfuerzo militar romano sin por ello hacerlos partícipes de las instituciones políticas del Estado. El establecimiento de colonias militares y la construcción de vías de comunicación le permitió a Roma afianzar rápidamente el control sobre las tierras conquistadas, multiplicar los ciudadanos disponibles para sus ejércitos, e incrementar sus recursos económicos.

Organización militar de la sociedad romana

La guerra tomaba en este período la forma un ritual anual, cuyo comienzo estaba fijado por el dilectus, el complejo sistema de reclutamiento de los ciudadanos con propiedad suficiente como para formar parte del ejército, los assidui, convocado por los cónsules. Al mismo tiempo se convocaba a los contingentes de tropas que debían ser contribuidos por los aliados. Tras un período de entrenamiento en los complejos movimientos de tropas propios de la legión manipular (breve sólo porque gran parte de los reclutas eran veteranos de conflictos previos), se iniciaba el período de campaña, que se extendía generalmente por los meses de primavera y verano cuyo clima permitía las operaciones. Al finalizar la temporada de campaña los campesinos-soldados eran, en épocas tempranas, normalmente licenciados para poder atender sus propiedades pero, a medida que la expansión territorial llevó a conflictos con pueblos más lejanos, este licenciamiento se hizo poco frecuente. El final del ciclo anual estaba señalado por la realización de nuevas elecciones en Roma, de las que surgirían los nuevos magistrados a hacerse cargo del comando en el nuevo año para iniciar otro ciclo. La organización temporal de la vida en Roma giraba, entonces, en torno a las necesidades de la guerra.

sábado, 21 de noviembre de 2009

La expansión romana 5° parte - La guerra contra Pirro


Pirro de Épiro

Continuando con la serie sobre la expansión romana temprana, llegamos a las guerras contra Tarento, con las que culmina la expansión de Roma por la península itálica. Si no has leído las partes anteriores, ve a ¿Cómo conquistó Roma su imperio?, a La expansión romana 2° parte , 3° parte y 4° parte.

La guerra de Tarento (280-272 a.C.)

El sometimiento de todos los pueblos de la Italia central y meridional puso a Roma en contacto directo con las ciudades griegas del sur de la península. Entre ellas, se destacaba por su riqueza y poderío naval la ciudad de Tarento. El choque era inevitable, pues la expansión romana amenazaba con intervenir en la esfera de intereses de los tarentinos. En el año 282 a. C., la ciudad de Turios pidió ayuda a Roma para defenderse de los Lucanos. En respuesta a este pedido, Roma envió una flota al Golfo de Tarento. Este acto fue considerado por los tarentinos como una violación del antiguo tratado que prohibía la presencia de una flota romana en sus aguas. Los tarentinos atacaron la flota, hundiendo cuatro barcos y capturaro uno más. Roma envió una delegación diplomática a pedir compensaciones, pero las negociaciones fracasaron, desembocando en una declaración de guerra contra Tarento. Los tarentinos, conscientes de su inferioridad militar, solicitaron la ayuda de Pirro, el rey de Epiro, quien aceptó, deseoso de construir en Italia un gran imperio.

Pirro era uno de los generales más distinguidos de la época, que había ganado para sí una sólida reputación como un comandante brillante en las guerras que habían sacudido al mundo helenístico tras la muerte de Alejandro Magno. Su ejército presentaba, además, lo mejor que el mundo helenístico tenía para ofrecer en términos militares. Estaba compuesto por curtidos veteranos e incluía contingentes de caballería e, incluso, elefantes, totalizando unos 28.000 efectivos. A ellos se sumaron, en Italia, los contingentes de los tarentinos y otros pueblos opuestos a Roma.

Pirro obtuvo una primera y ajustada victoria sobre los romanos en la batalla de Heraclea (280 a.C.) principalmente gracias al desorden y sorpresa que en las filas romanas crearon los elefantes, hasta entonces desconocidos para ellos. Pirro, actuando según las normas internacionales comunes en el mundo helenístico, entró en negociaciones con Roma para aceptar su rendición y exigir la liberación de los pueblos del sur de Italia pero, para su sorpresa, los romanos decidieron continuar el conflicto. Pirro desconocía que Roma tenía una tradición de constancia en la persecución de sus objetivos militares, que no se revertía ante la pérdida de una batalla. Pirro avanzó entonces hacia Apulia, donde hizo frente a los romanos nuevamente en la batalla de Asculum (279 a.C.), de la que salió vencedor pero con graves pérdidas. Al considerar el resultado, Pirro habría declarado: “otra victoria como ésta y estaré perdido”. En esta anécdota tiene su origen la expresión “victoria pírrica”, con la que se designa un triunfo obtenido al precio de enormes pérdidas.

Ante la falta de resultados en Italia, Pirro trasladó su ejército a Sicilia en busca de conquistas más fáciles. Durante su ausencia los romanos debilitaron paulatinamente la posición de sus enemigos en el sur de Italia. Pirro regresó en el 275 a.C. y se enfrentó con los romanos en la batalla de Benevento, en la que estos últimos le infligieron una grave derrota. Pirro decidió abandonar Italia y los romanos acabaron en los años siguientes con toda la resistencia en el sur. En el año 272 la guerra terminó con la toma de Tarento.

La victoria sobre Pirro demostró que Roma era una potencia militar capaz de desafiar a los más desarrollados Estados helenísticos y que su milicia ciudadana se encontraba en condiciones de vencer a los mejores ejércitos profesionales de la época. Con la toma de Tarento, Roma unificó toda Italia bajo su control. Su expansión futura la llevaría ahora a extenderse por el Mediterráneo, donde Cartago era la potencia hegemónica.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Nisi Dominus


Los salmos tienen una belleza poética singular. Mi desconocimiento del hebreo me impide apreciarlos en su musicalidad original, pero la versión latina de la vulgata es un consuelo más que suficiente para esta incapacidad. Un ejemplo es el salmo 127(126), que podéis ver aquí en latín y español

1 Nisi Dominus ædificaverit domum, in vanum laboraverunt qui ædificant eam.

2 Nisi Dominus custodierit civitatem, frustra vigilat qui custodit eam.

3 Vanum est vobis ante lucem surgere : surgite postquam sederitis, qui manducatis panem doloris. Cum dederit dilectis suis somnum,

4 ecce hæreditas Domini, filii ; merces, fructus ventris.

5 Sicut sagittæ in manu potentis, ita filii excussorum.

6 Beatus vir qui implevit desiderium suum ex ipsis : non confundetur cum loquetur inimicis suis in porta.

1 Si Jehová no construye la casa,
en vano trabajan los que la edifican;
si Jehová no custodia la ciudad,
en vano vela la guardia.
2 Vano es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a descansar,
y que comáis pan de dolores;
pues que a sus amados dará Dios el sueño.
3 La herencia de Jehová son los hijos;
un don es el fruto del vientre.

4 Como saetas en mano del valiente,
así son los hijos habidos en la juventud.
5 Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos; No se avergonzará
cuando hablé con sus enemigos en la puerta.

Sobre este texto construyó Vivaldi una obra maestra. Aquí podéis ver un video con un fragmento del Nisi Dominus del músico veneciano acompaño por imágenes del fotógrafo francés Yann Arthus-Bertrand . El texto de este movimiento es el surayado más arriba. La cantante es Sandrine Piau.

Quizás no sea el gusto de todos, pero para mí escuchar esta música es una experiencia casi mística. Me gustaría conocer vuestra opiniones.

Por supuesto, quisiera aprender hebreo algún día pero, como ya he señalado en este blog, ars longa, vita brevis.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Habemus Facebook


Esta noticia lleva ya un tiempo circulando, pero no podía dejar de mencionarla brevemente aquí: Facebook puede utilizarse ahora también en latín. Hace un tiempo argumentaba en este blog que el antiguo idioma de los romanos podría transformarse en la lengua del futuro en Internet y lo probaba con muchos ejemplos. Más recientemente, señalaba como una prueba más a favor de mis argumentos la existencia de un programa de televisión íntegramente en latín. Ahora, Facebook viene a confirmar la tendencia. Creo que hasta los más escépticos deberán, finalmente, conceder la vitalidad del latín y su gran y continuo crecimiento en la web.

viernes, 30 de octubre de 2009

La expansión romana 4° parte


Guerreros samnitas


Continuando con la serie de entradas sobre la expansión romana temprana, llegamos al final del siglo IV a.C. y el principio del tercero, un período en el que la hegemonía de Roma sobre oda le península itálica comienza a consolidarse. Si no has leído las partes anteriores, ve a ¿Cómo conquistó Roma su imperio?, a La expansión romana 2° parte y a La expansión romana 3° parte.

La 2° Guerra Samnita (326-304 a.C.)

Los samnitas habían asistido a Roma durante la guerra latina pero, terminado ese conflicto, no tardaron en surgir desavenencias entre ellos por el control de Campania. Los romanos establecieron una colonia fortificada en Fregelas (en el 328 a.C.) para controlar la orilla meridional del río Liris y poco después comenzaron a brindar asistencia a la ciudad de Nápoles, en guerra contra los samnitas. Éstos resintieron estas acciones y declararon nuevamente la guerra a los romanos.

A diferencia de la primera guerra samnita, la segunda fue un conflicto largo y arduo para ambas partes. Es posible distinguir dos fases dentro del enfrentamiento, separadas por un breve interludio de paz.

Batalla de las Horcas caudinas - representación antigua


En la primera fase (327-321 a. C.), los romanos trataron de cercar el territorio samnita. Sin embargo, en 321 a. C. los samnitas emboscaron al ejército romano en las Horcas Caudinas, permitiendo su retirada en condiciones humillantes, y suponiendo el fin de la contienda hasta ese momento. En 316 a. C. Roma reanudó las hostilidades, pero fue de nuevo derrotada en la batalla de Lautulae (315 a. C.).

Tras estos fracasos, Roma cambió radicalmente su estrategia. Su principal objetivo fue ahora garantizar el control del territorio en conflicto mediante la construcción de la Vía Apia (que comunicaba con Capua) y fundando colonias a lo largo de su recorrido para encerrar a los samnitas. Desde estas bases partieron las ofensivas que permitieron la victoria definitiva de Roma. El fin de la guerra en 304 a. C. supuso el sometimiento de toda la región de Campania por Roma, y la renuncia a toda expansión por parte de la Liga samnita.

Parque arqueológico de Sentino


La conquista de Italia central (311-302 a.C.) y la 3° Guerra Samnita (298-290 a.C.)

En su última etapa, la segunda Guerra samnita se transformó en un conflicto general por el control del centro y norte de la península itálica. Ante el creciente poderío de Roma, una serie de ciudades etruscas y pueblos umbros se unieron en una campaña ofensiva para acabar con su poderío. Esa es por lo menos la versión romana, transmitida por Tito Livio. Algunos investigadores suponen que la iniciativa ofensiva podría haber recaído en Roma. En una serie de campañas brillantes y fulminantes, los romanos conquistaron toda la Italia central, Etruria y Umbría. Los territorios anexionados fueron rápidamente afianzados mediante la fundación de colonias y la construcción de una red de caminos que conectaba a esas bases y permitía el traslado de tropas hacia las potenciales zonas de conflicto. La más importante en este contexto es la via valeria.

Desde el año 298, Roma se encontraba nuevamente en guerra contra los samnitas, a ellos se aliaron los recientemente derrotados etruscos y umbros, y también los galos, por lo que los romanos se vieron forzados a combatir nuevamente en varios frentes. En el año 295, las legiones obtuvieron una gran victoria sobre un ejército combinado de galos y samnitas en la batalla de Sentino. Se trata de la primera batalla de la cual se preserva en las fuentes una versión que tiene probabilidad de ser histórica. Los romanos habían reunido para esta campaña el mayor ejército reclutado hasta ese entonces, que tenía probablemente unos 40.000 hombres. La de Sentino es una de las batallas más significativas del período de la expansión temprana de Roma, que puso en evidencia la indiscutible superioridad militar romana. Se reconocen aquí los frutos de su expansión territorial y demográfica, que le permitía poner en el campo de batalla contingentes de tropas cada vez más numerosos. Carecemos de informaciones detalladas sobre el final de este conflicto, porque a partir del año 293 a.C. nos falta el relato de Tito Livio. Sabemos, sin embargo, que la victoria de Roma fue total y que significó un dominio absoluto sobre la Italia central.

Tras la finalización de la tercera guerra samnita, galos y etruscos siguieron presentando resistencia contra Roma en el norte. Sus fuerzas combinadas lograron incluso infligir una aplastante derrota a los romanos en la batalla de Arretio (283 a.C.) en la que habrían muerto unos 30.000 soldados romanos. Éstos lograron, sin embargo, revertir la situación el año siguiente con un gran triunfo en la batalla del lago Vadimón.

miércoles, 21 de octubre de 2009

La cultura de los Samnitas (respuesta a José Miguel)


Me alegro mucho por los comentarios a las entradas de este blog. Es una satisfacción conocer preguntas, críticas, sugerencias, etc. sobre lo que aquí presento. José Miguel me pregunta desde España por la cultura de los pueblos itálicos a los que se enfrentó Roma en su expansión temprana por Italia.

La información sobre los habitantes del Samnio es la más abundante y permite llegar a algunas conclusiones generales. Las tribus samnitas carecían de centro urbanos del tipo de los que encontramos en el Lacio. Se encontraban nucleados en lo que podríamos denominar “grandes poblados”, complementados por fortalezas en zonas de difícil acceso que servían como refugio en tiempo de guerra. Conocían la escritura, pero ésta era sólo dominada por un sector muy reducido de la población, principalmente escribas y sacerdotes. Los samnitas carecían de una literatura propiamente dicha, pero contaban con un género dramático de desarrollo propio, la fabula atellana. Se trataba de comedias picarescas improvisadas, que después fueron adoptadas por los romanos. Se conservan muy pocos testimonios de arte figurativo samnita, pero el complejo de un templo y un teatro en Pietrabbondante, demuestran un importante desarrollo posterior de la arquitectura, como puede verse en la imagen que acompaña esta entrada.

El libro de consulta obligatorio sobre todos estos temas es E. T. Salmon, Samnium and the Samnites, Cambridge, 1967.

lunes, 19 de octubre de 2009

La expansión romana 3° parte


Los romanos pagan rescate para que los galos se retiren de Roma

Si no has leído las partes anteriores, ve a ¿Cómo conquistó Roma su imperio? Y a La expansión romana 2° parte

El siglo V fue, como vimos en las anteriores entradas de esta serie, un período de expansión acelerada de Roma por el Lacio e, incluso, como en el caso de la guerra contra Veyes, más allá del mismo. Es, entonces, una sorpresa que, pocos años después de la victoria final sobre esta ciudad etrusca (396 a.C.), el ejército romano fuera completamente derrotado por un contingente de mercenarios galos que después tomarían y saquearían la misma Roma (según la datación convencional, en el 390 a.C.). Los ocupadores sólo se retiraron tras el pago de un cuantioso rescate en oro.

La toma de la ciudad marcó profundamente a la mentalidad romana, aun durante las generaciones posteriores al evento. Sin embargo, como señala T. Cornell, el saqueo no tuvo consecuencias duraderas. Los galos se retiraron con su botín y el poderío de Roma en la región no se vio realmente afectado. Ello es demostrado elocuentemente por los éxitos militares romanos de las décadas siguientes. Hacia mediados del siglo IV el proceso de expansión comienza a acelerarse notablemente y permite a Roma el control efectivo sobre toda la Italia central. El evento clave en este desarrollo son las guerras samnitas.


Guerreros Samnitas


La Primera Guerra Samnita (343-341 a.C.)

Los samnitas eran una federación de tribus que habitaban una amplia zona al sur de los Apeninos centrales (Samnium). La región estaba formada por una meseta montañosa cortada por fértiles valles densamente poblados. La economía de los samnitas no se basaba sólo en la ganadería (como se afirmaba tradicionalmente), las investigaciones arqueológicas recientes prueban que se practicaba la agricultura, incluyendo el cultivo de la vid y el olivo. La región era, sin embargo, en época prerromana, relativamente pobre y atrasada. Como complemento a sus ingresos, los samnitas se dedicaban a la guerra y el saqueo.

Los samnitas estaban formados al menos por cuatro tribus, que conformaban una federación y, en caso de conflicto, designaban un comandante común y actuaban en conjunto. Los samnitas intentaban hacía tiempo expandirse hacia la mucho más fértil llanura costera de Campania. Esta confederación había sido tradicionalmente aliada de los romanos en la república temprana, pero la expansión de estos últimos y, más específicamente, su intervención directa en la región de Campania motivaron la reacción de los samnitas. El detonante concreto del primer conflicto entre romanos y sammnitas fue el apoyo que los primeros otorgaron a la ciudad de Capua, que se encontraba en guerra contra los últimos. Esta primera guerra samnita fue un conflicto relativamente breve, e impopular en ambos bandos, que se cerró tras sólo un par de años con una paz de compromiso de la que no emergió un claro vencedor.


El sacrificio del cónsul P. Decio Mus


La guerra Latina (341-338 a.C.)

El final del conflicto con los samnitas fue sucedido en un muy breve espacio de tiempo por una rebelión generalizada de los pueblos latinos contra Roma, en un intento por destruir su hegemonía. Los latinos resentían el creciente poderío romano, que hacía que su condición nominal de aliados se transformara, en la práctica, en una posición subordinada. El foedus Cassianum era, como vimos, una alianza defensiva en la que las partes se comprometían a la asistencia mutua pero, en la práctica, había sido la herramienta que le había permitido a Roma movilizar los recursos de los latinos para concretar su política expansionista y obtener una porción mayoritaria de los beneficios de las conquistas comunes.

Dejando de lado la rivalidad durante el recién terminado conflicto, Roma se alió ahora con los samnitas para sofocar la rebelión latina, que contaba con el apoyo de los volscos de Anzio (Antium), los campanos y los sidicinos. Estos últimos habían sido traicionados por Roma al ser entregados a los samnitas como una de las condiciones de paz, por lo que contaban con buenos motivos para unirse a los rebeldes. La gran mayoría de los pueblos latinos se unió al alzamiento, sólo los laurentes, los pelignos y los equites de Campania (es decir, la aristocracia local) permanecieron fieles a Roma.

Las fuerzas combinadas de romanos y samnitas derrotaron a los latinos y campanos en la batalla del Vesubio, cerca del monte homónimo (339 a. C.). Los cónsules romanos eran Publio Decio Mus, quien sacrificó su vida en la batalla para obtener el favor de los dioses romanos, y Tito Manlio Torcuato, quien restauró la disciplina del ejército ejecutando a su propio hijo tras un acto de desobediencia involuntaria.

Un año más tarde, Manlio derrotó a los latinos de forma decisiva en la batalla de Trifano (338 a. C.), de manera que los latinos evacuaron la Campania y fueron acorralados por los romanos en el Lacio. De esta forma, el conflicto finalizó con la capitulación de Anzio y con la entrega de la flota volsca. Las proas (rostra) de los barcos capturados pasaron desde ese momento a adornar las tribunas de los oradores en el Foro Romano.


El cónsul Manlio Torcuato hace decapitar a su hijo


Los pactos del año 338

Los romanos impusieron a los vencidos nuevos términos de acuerdo que remplazaron al foedus Cassianum. Roma firmó ahora con cada una de las ciudades latinas un tratado separado con condiciones específicas. A los latinos se les impidió, además, formar ligas o mantener una organización conjunta. Roma estableció así diferentes condiciones para sus aliados que pueden clasificarse en tres grandes grupos:

a) En el Lacio, muchas de las comunidades vencidas fueron incorporadas al Estado romano y sus habitantes recibieron la ciudadanía de plenos derechos. En algunos casos, los dirigentes que habían impulsado la rebelión fueron desterrados y sus tierras repartidas entre colonos romanos.

b) A otras ciudades latinas se las integró igualmente al Estado romano pero se les concedieron sólo derechos parciales de ciudadanía, la civitas sine suffragio. De esta forma, los habitantes de estos pueblos pasaban a estar sujetos a todas las responsabilidades militares y tributarias de un ciudadano romano, pero no estaban capacitados para participar de las asambleas o postularse como candidatos a magistrados.

c) Algunos estados latinos conservaron su carácter de aliados independientes de los romanos. Permanecieron dentro del marco del ius latinum, es decir, contaban con el conubium y el commercium con ciudadanos romanos, pero no podían practicarlo ya más entre ellos.

Los acuerdos del año 338 representan un paso decisivo en el camino de Roma hacia la dominación de la península itálica. La innovación de la civitas sine suffragio le permitió a los romanos seguir incorporando población a su Estado, sin por ello alterar el funcionamiento de sus instituciones políticas, aptas sólo para una ciudad-Estado. Esa nueva forma de ciudadanía restringida fue clave, además, para crear nuevas colonias conectadas directamente con el Estado romano pero sin conceder a sus habitantes un espacio en la dirección política del mismo. Las colonias establecidas en las regiones anexadas sirvieron como bases estratégicas para afianzar el control de los nuevos territorios y garantizar la penetración en ellos de la cultura romana.

martes, 13 de octubre de 2009

La expansión romana - 2º parte


Si no has leído la primera parte, ve a ¿Cómo conquistó Roma su imperio?


Las guerras contra ecuos, volscos y sabinos


La alianza entre latinos y romanos establecida por el foedus Cassianum fue uno de los instrumentos clave en la temprana expansión romana. El pacto tenía como uno de sus objetivos centrales la defensa frente a la amenaza militar que representaban para el Lacio las incursiones de algunos pueblos itálicos, concretamente de los sabinos, ecuos y volscos. Se trataba de confederaciones de tipo tribal que practicaban una guerra predatoria basada en las incursiones de rapiña. En el siglo V a.C., la presión de esos pueblos sobre el Lacio se intensificó como resultado de toda una serie de desplazamientos poblacionales en la península itálica, que forzaron a numerosas etnias a buscar nuevos territorios.

Los relatos transmitidos por los historiadores romanos posteriores sobre estos conflictos están llenas de elementos legendarios sin base histórica. Una reconstrucción de los eventos es posible sólo en sus rasgos más generales:



Los volscos ocuparon el sur del Lacio en la primera parte del siglo V, poniendo bajo su control la región que se extiende desde los montes Lepinos hasta la costa. Los volscos eran un pueblo itálico que hablaba una lengua sabélica emparentada con la de oscos y umbros. El impacto de los conflictos contra los volscos fue importante y quedó reflejado en la legendaria historia del general romano Coriolano.

Los ecuos eran un pueblo ganadero que habitaba los Apeninos centrales en la región del valle del río Anio. En el siglo V realizaron excursiones predatorias contra el este del Lacio llegando a tomar el control de las ciudades de la región.

Los pueblos sabinos ocupaban la zona oeste de los Apeninos cercana al comienzo del curso del río Tiber y al río Nera. Eran un pueblo ganadero y sus tropas se destacaban por su caballería. A diferencia de ecuos y volscos, los sabinos representaban, por su posición, una amenaza directa a la ciudad de Roma. El episodio legendario más llamativo de las guerras contra los sabinos es la historia de L. Quincio Cincinato que ilustra el ideal de las virtudes aristocráticas romanas.

Las guerras contra los pueblos itálicos mencionados fueron episodios recurrentes durante todo el siglo V. Sólo en las últimas décadas del mismo parece Roma haber obtenido una posición de fuerza que le permitiera culminar con la amenaza que éstos representaban.


Las guerras contra Veyes (Veii)


El conflicto contra Veyes presenta una naturaleza completamente diferente de aquella con los pueblos itálicos recién mencionados pues se trataba, al igual que Roma, de una ciudad-Estado desarrollada con objetivos políticos y militares de largo plazo que iban más allá de la simple adquisición de botín. Veyes era la ciudad etrusca más meridional, su territorio se extendía por la llanura opuesta del Tíber frente a Roma. El territorio de Veyes era extenso y fértil y se encontraba surcado por una excelente red de caminos y por túneles de drenaje que garantizaban una mayor productividad. La rivalidad entre Roma y Veyes tenía su origen en el control de las estratégicas rutas comerciales del valle del Tíber. La tradición analística conserva detalles sobre tres guerras contra Veyes. Probablemente, esta versión tenga su base en hechos históricos pero se encuentra enriquecida con numerosos elementos legendarios:

1° Guerra contra Veyes (483-474 a.C.) – 477 a.C. Batalla de Cremera

2° Guerra contra Veyes (437-434 a.C.)

3° Guerra contra Veyes (406-396 a.C.)

Las dos primeras guerras contra Veyes tuvieron resultados favorables para la ciudad etrusca, fue la tercera la que le dio el triunfo final a Roma. El relato de la última guerra está repleto de episodios fabulosos. La figura del dictador M. Furio Camilo es el protagonista del relato de la toma de Veyes. Tras la toma de Veyes los romanos anexaron su territorio al ager Romanus. Se trataba del primer caso en que Roma se apropiaba de los territorios enemigos incorporándolos a su Estado.

El éxito de Roma en la guerra está asociado a la introducción de una serie de reformas militares a fines del siglo V y principios del IV. La mayor duración de las campañas militares hizo necesaria la paga para los soldados (stipendium) y también el cobro de impuestos sobre la propiedad para financiarla. El creciente poderío económico y demográfico del Estado romano permitió movilizar un volumen mayor de recursos que sus adversarios, lo que hizo posible a victoria final. Ello es lo que explica los resonantes éxitos militares de Roma en el siglo IV.

martes, 6 de octubre de 2009

¿Cómo conquistó Roma su Imperio? (La expansión romana - 1° parte)



En el período comprendido entre los siglos VII y VI a.C., Roma era tan sólo una comunidad en el Lacio, con una leve hegemonía sobre las otras ciudades de la región. Algunos siglos más tarde, esos modestos orígenes habían dado lugar a un imperio que se extendía por todo el mundo mediterráneo. Explicar este proceso es uno de los problemas más grandes a los que se enfrentan los historiadores de este período. ¿Qué factores pueden explicar la dedicación casi total del pueblo romano a la guerra y su éxito final frente a todo tipo de enemigos? Para algunos especialistas (como por ej. Kurt Raaflaub), la clave radica en la historia temprana de la república romana, en la que una serie de desafíos singulares dieron origen a una sociedad con una cultura estructurada, en muchos sentidos, en torno a la guerra. Esta entrada es la primera de una serie que analizará las claves del período de expansión romana hasta la conquista definitiva de la península itálica.

Cástor y Pólux en la batalla del lago Regilo

La hegemonía de Roma en el Lacio (753-496 a.C. – hasta la batalla del lago Regilo)

Ya durante la monarquía, Roma era el centro urbano de mayor tamaño y más desarrollo del Lacio. Esa ventaja demográfica y económica fue dando gradualmente lugar a una hegemonía política y militar frente a los demás centros urbanos de la región. El creciente predomino de la ciudad a orillas del Tíber no dejó de generar tensiones entre el resto de los pueblos latinos. El paso de la monarquía a la república en Roma se dio en el contexto de una serie de convulsiones sociales y militares en toda Italia. Los latinos aprovecharon esas convulsiones para formar una liga con la finalidad de oponerse a la hegemonía romana. Los detalles que la tradición antigua conservó sobre este conflicto son, sin lugar a dudas, legendarios. Entre otros detalles fabulosos se destaca la supuesta intervención de los gemelos divinos Cástor y Pólux a favor de los romanos (por lo que se volverían un símbolo del poder romano reproducido frecuentemente en las monedas de épocas posteriores). Más allá de las leyendas, es indudable que al ejército latino fue completamente derrotado en la batalla del lago Regilo en el año 496 a.C. Los romanos firmaron con los vencidos un tratado de alianza defensiva perpetua, el foedus Cassianum, denominado así en honor al cónsul Espurio Casio, uno de los responsables de la firma del acuerdo. El tratado establecía:

  • Paz perpetua entre ambos bandos
  • Asistencia militar en caso de agresión por terceros
  • Distribución equitativa del botín
  • Establecimiento de colonias comunes en los territorios conquistados


Etapas de la expansión romana en Italia

El tratado confirmó la hegemonía romana en el Lacio y, en la práctica, funcionó como una herramienta que les permitió movilizar los recursos de los latinos en sus campañas. En las guerras de este período arcaico, el botín consistía en bienes muebles, ganado, esclavos y tierras. Como las tierras no podían repartirse efectivamente, la solución fue el establecimiento de colonias con ciudadanos de los diferentes estados. Las colonias pasaban a ser una unidad política independiente con su propia ciudadanía, que conservaba, sin embargo, una dependencia política general de las autoridades de la metrópolis. Las colonias fueron un elemento clave en el éxito de la expansión romana, pues permitían aprovechar los territorios conquistados para incrementar el potencial demográfico propio y servían, al mismo tiempo, como enclaves estratégicos para asegurar el dominio sobre los nuevos territorios y garantizar la penetración de la cultura latina entre la población local.

La relevancia histórica del foedus Cassianum radica en que allí puede por primera vez reconocerse el desarrollo de las herramientas jurídicas y políticas que le permitirían a Roma utilizar los recursos de los pueblos sometidos para continuar su expansión.

Leer La expansion romana 2º parte

lunes, 28 de septiembre de 2009

Cincinnati y la Roma Antigua


Cincinato deja el arado para asumir la dictadura


Las conexiones históricas son muchas veces sorprendentes. Uno podría preguntarse qué relación existe entre la tercera ciudad del Estado de Ohio y la historia de la Roma antigua. La respuesta sería, una relación estrecha.

La ciudad norteamericana de Cincinnati fue un centro urbano muy importante en el siglo XIX y sigue, en la actualidad, siendo relevante por su historia y cultura. Cincinnati fue fundada en 1788 por John Cleves Symmes y el coronel Robert Patterson. El agrimensor John Filson (más famoso por ser el autor de Las aventuras del coronel Daniel Boone) la bautizó oficialmente "Losantiville", nombre construido combinando cuatro términos, cada uno de un idioma diferente, con el significado conjunto de "la ciudad frente a la desembocadura del río Licking. " Ville en francés significa "ciudad", anti en griego "opuesto", os en latín significa "boca", y "L" fue todo lo que se incluyó de "Licking River". No puede sorprender que este horripilante engendro fuera dejado rápidamente de lado y que en 1790 la ciudad fuera rebautizada. Arthur St. Clair, el gobernador del Territorio del Noroeste, cambió entonces el nombre de la población por "Cincinnati", en honor de la “Sociedad de los Cincinatos”, de la que era miembro. La Sociedad de los Cincinatos es (pues todavía existe – aquí podéis ver su página web) una organización histórica con sucursales en los Estados Unidos y Francia, fundada en 1783 para preservar los ideales y el compañerismo de los oficiales de la Guerra de la Independencia (de los EE.UU.) y para presionar al gobierno para cumplir con las promesas que había hecho a los oficiales que lucharon en ella. A fines del siglo XIX, la sociedad tenía como uno de sus objetivos fundamentales honrar la figura de George Washington, a quien se comparaba con la legendaria figura del general romano Cincinato.


Estatua de Cincinato en Cincinnati


Lucio Quincio Cincinato (519 a.C. - 430 a.C.) fue un aristócrata romano, que sirvió como cónsul en el 460 a.C. y como dictador en el 458 y 439 a. C.
Cincinato fue considerado por los romanos como un modelo de virtud patriótica y modestia política. Un opositor persistente de los plebeyos, cuando su hijo fue condenado en rebeldía y condenado a muerte, Cincinato fue obligado a vivir en circunstancias humildes, trabajando en su propia granja. Tras una serie de derrotas frente a los ecuos, Cincinato fue llamado a servir como dictador, un puesto que le permitía asumir la totalidad de los poderes del Estado, pues se creía que era el único capaz de hacer frente a la amenaza. Tras obtener una victoria completa sobre los enemigos, Cincinato, lejos de sacar provecho de su posición para vengarse de sus enemigos políticos, renunció a su puesto y regresó a trabajar su granja. Este renunciamiento fue ensalzado por la tradición romana como ejemplo de un liderazgo excepcional, que colocaba a la virtud al servicio de un bien común. Como ejemplo, también, de estricto respeto constitucional y de modestia y desinterés en el ejercicio del poder público.

La leyenda de Cincinato carece, muy probablemente, de una base histórica. La misma nos informa más sobre la imagen ideal que de sí mismos tenían los aristócratas romanos que sobre la historia del siglo V a.C. Pero en la historia son con frecuencia esas imágenes ideales y no los hechos reales los que ejercen mayor influencia.